Aguas Negras, la resaca del fuego

Cuando un bosque se quema, la zona dañada no se limita a la superficie donde están árboles y sotobosque achicharrados. Las consecuencias afectan al entorno próximo y al global. 
Esta verano ha sido nefasto en la Península Ibérica. La superficie calcinada dobla la extensión de los incendios de la temporada anterior. Las altas temperaturas y el consiguiente aumento de la aridez, la posibilidad de recalificar los terrenos y de aprovechar los árboles quemados  y la mala planificación de las administraciones, tanto en prevención como en respuesta inmediata, han confluido para generar el Incendio Perfecto.

El Calentamiento Global es un hecho incuestionable, en estas fechas, los ciclones más destructivos que se recuerdan están arrasando las islas del Caribe y los estados del sureste norteamericano. El presidente Trump  seguirá negando la evidencia, con gesto de marioneta naranja movida por un resorte.

Algunas consecuencias de los incendios forestales en su entorno:

En la atmosfera: Disminuye la superficie fotosintética que exporta oxígeno y consume dióxido de carbono. La combustión aporta cantidades extras de dióxido de carbono,  que engrosará la capa de gases de efecto invernadero. También se emiten dioxinas, sustancias cancerígenas que se acumulan en la cadena alimenticia y llegan, incluso, a los alimentos del mercado.

Sobre la fauna: Muchos animales que duermen y anidan en lugares no quemados, encontraban su sustento en la zona que si lo fue, sean cazadores, herbívoros o los que se alimentan de las flores. Las zonas de bosque colindantes experimentarán la sobreexplotación de las especies que han logrado huir. Como consecuencia de ambos factores, disminuirán los recursos para todos.

En las aguas continentales: Después de los incendios, cuando llueve, las cenizas van a parar a los ríos, pantanos y lagos. Las aguas se vuelven opacas, casi negras y los sedimentos acaban en el fondo, asfixiando la vegetación que produce el oxígeno de las aguas. Los peces mueren, los anfibios emigran, los insectos desaparecen. Los riegos con estos recursos hídricos son inviables, con lo que la agricultura también sufre las consecuencias del fuego en zonas ya machacadas por la ruina forestal y turística. Un pueblo amenazado con la despoblación, poca esperanza le queda con el río en estas condiciones.

Un ecosistema maduro, como los ríos de montaña o los lagos de aguas transparentes, se convierte en una cloaca de agua sucia y cenagosa. Estos ecosistemas tardan muchos años en recuperar su calidad y aspecto anteriores al desastre. Tiene que llover mucho para que se produzca una depuración natural. 

Le podemos ayudar a la Naturaleza eliminando fangos y aportando artificialmente agua limpia a los cauces, sin embargo, poco es el presupuesto dedicado a estas labores. Aunque se hiciera de forma efectiva la limpieza, lo verdaderamente util sería que la ciudadanía mundial le exigiera a sus políticos electos que aborden, está vez sin trucos, el problema del Cambio Climático y las Energías Sostenibles. Mientras no se solucionen las causas, las demás actuaciones necesarias serán parches temporales, en espera de un próximo verano en llamas.

  

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